Nadie estaba preparado para la hecatombe que significó la pandemia durante los meses de marzo y abril de 2020. La magnitud de la emergencia sanitaria ha provocado una inevitable desatención del paciente crónico, favorecida, en parte, por la situación en la que se encontraba nuestro sistema sanitario y los recursos disponibles. A pesar del gran esfuerzo realizado por los profesionales sanitarios, no se han podido cubrir las necesidades de los pacientes con EC. Las medidas de urgencia que se han aplicado para los pacientes con COVID-19, como contrapartida, han provocado la pérdida de continuidad asistencial y una menor adherencia a los tratamientos de este perfil de pacientes, provocando confusión, inseguridad, y una gran conmoción a nivel económico, político y social impactando a corto, medio y largo plazo en el sistema sanitario.
Cinco puntos para mejorar
- La estratificación de la población es fundamental para una buena gestión del paciente crónico.
- La alfabetización y empoderamiento de la población en la gestión de su enfermedad es otra de las áreas que se han detectado como punto de mejora de las estrategias de cronicidad que se habían diseñado.
- El uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC) ha sido crucial durante la pandemia.
- Urge un cambio en el modelo actual de gestión en el área sociosanitaria, hacia un modelo integrado y centrado en el paciente.
- Es necesario trabajar en el rediseño de protocolos, estructuras y servicios para el abordaje del paciente crónico.
El paciente necesita apoyo, formación y recursos para poder gestionar su enfermedad sin acudir continuamente a consulta. Es obligación del sistema el proporcionárselos, y es obligación del paciente adquirirlos y conservarlos, para beneficio de todos.
Fuente: PMFarma
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